Te mentiré hasta que nada se entienda
El francés Louis Leterrier es uno de esos directores que con sólo cinco películas dirigidas (esta es su sexto trabajo) ya tiene toda una reputación ganada uniendo acción, aventura y efectos especiales. Dirigió las dos películas que integran la saga de “Transporter” (2002, 2005), la audaz “Danny the dog” (2005), “The incredible Hulk” (2008) (con el increíble protagónico de Edward Norton) y la espectacular pero opaca “Clash of the titans” (2010). Así que no es raro que los grandes estudios apostaran por Leterrier para hacer una película taquillera de acción con una sobredosis de efectos visuales y donde la verosimilitud fuera un tema totalmente secundario cuando no francamente desatendido.
La película cuenta la historia de cuatro magos callejeros -unos pelagatos con enorme talento- que de pronto son misteriosamente citados por un desconocido que no da la cara pero los convierte en un fenómeno de público a la vez que los hace parte de una estafa internacional que los convierte en el Robin Hood grupal de la era del megaespectáculo, devolviendo dinero a gente golpeada por la crisis y los especuladores inescrupulosos. Todo esto salpicado de millonarios corruptos que son estafados, un ex mago que se dedica a revelar los trucos de los magos y la cooperación entre el FBI e Interpol que hasta dará lugar a una historia de amor.
De todas maneras, a no engañarse. La historia promete y, como bien lo dice su título, cumple aunque no cumple o, si se prefiere, no cumple, pero cumpliendo. La idea de magos jóvenes, talentosos, caraduras, con habilidades que bordean lo delictivo, resulta muy atractiva. Si a esto se le agrega un permanente juego de intriga -al estilo del cazador cazado- que incita al espectador a querer saber qué está pasando y se lo mezcla con un despliegue visual envolvente, se tiene todo para que la mezcla sea eficaz. Sin embargo esta vez el resultado no termina de convencer.
Hay dos maneras de hacer películas de intriga: la manera honesta y la manera deshonesta. La primera es aquella en la que todos los datos son presentados al espectador sólo que éste los ha tomado en el sentido que no eran (“El club de la pelea” es un bello ejemplo). La manera deshonesta es aquella donde la resolución del misterio incluye datos que nunca se mostraron al espectador y/o se comienza a dar giros que se vuelven inverosímiles y francamente inexplicables. “Nada es lo que parece” es un fiel ejemplo de este tipo de películas tramposas donde, a la mitad de la historia, uno debe resignarse a que lo que está viendo no es lo que en verdad ocurre y que nunca va a poder suponerlo porque le faltan datos. La película lleva esa situación al punto en que recién después de media película la investigadora de Interpol le pasa algunos datos que pueden ser claves a su compañero del FBI. El juego de vueltas de tuerca tramposas es de tal magnitud que la última de todas (el secreto final de la historia) no puede menos que provocar la risa que provoca un mal chiste.
Cierto, la película insiste con el tema del ilusionismo y con la idea de que cuanto más de cerca se mira, menos se ve. Pero parece una pobra manera de justificar una carencia total de lógica, que hace que el libreto parezca el fruto de la pereza o la desidia. Aún así, con todas esas acusaciones posibles la película es tan contradictoria como la sensación que deja en los espectadores.
A la vez que se siente que se está desperdiciando una enorme inversión de dinero y de talento (técnico y actoral –aunque el libreto no les exige mucho-), la película resulta deliciosamente cautivante. Desde el inicio presenta un despliegue visual atrapante. La dirección se destaca en los estupendos movimientos de cámara que, ayudados por un montaje preciso, permiten generar un ritmo realmente espectacular con muy breves –y estratégicos- momentos de sosiego. De a ratos, da pena que personajes que resultan atrapantes no cobren más vida ni tengan mayor profundidad.
A pesar de toda la falta de aciertos en cuanto a verosimilitud se refiere, la película tiene la virtud de ser un producto sensualmente cautivador con una de esas historias que, al modo de los cuentos más bellos y descabellados, uno quisiera que de verdad ocurrieran, aunque sabe que es imposible. En este sentido la película se vuelve un entretenido cuento para niños adultos donde todo sucede porque sucede, con la simple intención de seducir sin mayores consecuencias. Una película entretenida, pero sin ninguna consistencia ya que en sí misma nada es lo que parece. En el fondo, el título ya es parte de una honestidad extrema que no promete nada más allá de un divertimento talentosamente realizado.
Título: Nada es lo que parece
Título original: Now you see me
Dirección: Louis Leterrier
Libreto: Ed Solomon, Boaz Yakin, Edwuard Ricourt
Con: Jesse Eisenberg, Mark Ruffalo, Woody Harrelson, Mélanie Laurent, Morgan Friman, Michael Kane, Isla Fisher, Dave Franco
Origen: USA, Francia
Fuente: http://radiounodigital.com.uy/home/nada-es-lo-que-parece-te-mentire-hasta-que-nada-se-entienda/
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